Men in black (1997) – Barry Sonnenfeld

Qué me tragué: Hombres de negro (1997) de Barry Sonnenfeld. Durante años, los alienígenas han vivido en la Tierra, camuflados, conviviendo pacíficamente con los humanos. Sólo sabe de este hecho la organización Hombres de Negro, quienes se encargan de evitar conflictos y regular la «inmigración» de estos seres. En la película vemos cómo dos de estos agentes, uno recién incorporado y otro ya veterano, estarán encargados de salvar a la Humanidad de un terrorista del espacio exterior que viene decidido a alterar el equilibrio.

Porqué: porque la parrilla televisiva es así de caprichosa.

Qué tal digestión hice: entretenida, sin más pretensiones. Situando este filme en su contexto «histórico», hemos de ser conscientes de que constituyó una vuelta al género más risible de la ciencia ficción. Aquí los alienígenas aparecen en diversas formas y colores como cohabitantes de nuestro planeta, junto a los humanos, en una armonía relativa orquestada y organizada por los Hombres de Negro, una suerte de policías con conocimientos intergalácticos y nombres abreviados. Para que la población terrestre no quede traumada para siempre por las repetidas amenazas de extraterrestres cabreados (y para evitar la xenofobia, supongo), estos agentes del orden «flashean» a todo aquel que se involucre en un altercado y borran sus recuerdos. El rol de novato gracioso, chuleta pero con buen fondo corre a cargo de Will Smith, un poco cargante pero solvente (su experiencia le avala – Wild, wild west; Independence day). El serio y amargado policía veterano que sólo piensa en la jubilación es Tommy Lee Jones, que hace poco más que aportar un gesto ceñudo y malhumorado. Quedan como héroes complementarios, planos y fáciles de digerir, como está mandado en cualquier película de acción que se precie. Eso sí, son capaces de mantener los diferentes momentos de clímax y salpicarlos de carcajadas con mayor o menor fortuna. Los efectos especiales destacan sin hacer quedar el filme como una cutrez y sin acaparar demasiada atención, aunque rozan el peligroso límite de lo kitsch en más de una ocasión. Un mecanismo engrasado que funciona como entretenimiento para toda la familia, trepidante y que saca una sonrisa. Lástima que esto vaya a perpetuarse con una segunda entrega, que fue un calco de ésta que hoy nos ocupa, y con una tercera que no parece que vaya a aportar nada innovador. Para mayo lo veremos.

Qué hubiera dicho mi madre: pues a mí estas pelis me gustan, ya lo sabes. Son graciosas, hay golpes, marcianos, no te hacen pensar en lo triste que es la vida real y además acaban bien.Sé que no es muy profunda, pero mira, si quiero penas, ya pondré el telediario.

Puntuación: 6 / 10

 

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