Qué me tragué: Contracorriente (2009) de Javier Fuente-León. Esta co-producción entre Perú- Colombia-Alemania-Francia, nominada como mejor película extranjera a los Goya del año pasado, nos presenta a Miguel, un pescador de un pequeño pueblo, que es muy querido por su comunidad. Además, para colmo de la placidez, va a tener un hijo con su mujer, Mariela. De cara a la galería, todo parece feliz pero el tormentoso romance homosexual que Miguel mantiene con un pintor forastero, Santiago, muy criticado en los corrillos, vendrá a tambalear su bienestar hasta los cimientos.
Porqué: gracias a la programación televisiva de los canales de pago, ya que no es habitual dar con productos hispanoamericano pese a que existen muy buenas producciones.
Qué tal digestión hice: emocionante. Este drama costumbrista de amores ocultos, sexualidad reprimida y ambientes cerrados refleja con elegancia, sobriedad y haciendo uso de los detalles justos el vaivén de sentimientos del protagonista y acerca sus contradicciones, escindido entre hacer lo que debe y lo que quiere. Dotada además de la medida exacta de realismo mágico (tan arraigado en la tradición latinoamericana), es una película sencilla y honda que horada las emociones del espectador lentamente, al ritmo de las olas que tanta presencia e importancia tienen en la pantalla. Encuentro ciertas similitudes con aquella española Son de mar (Luna, 2001, basada en la novela homónima de Manuel Vicent) en el protagonismo mágico del mar, el amor más allá de las barreras de la muerte o el ambiente familiar del pueblo que rodea a los personajes y que todo lo observa, también incluso en las relaciones voluptuosas con las mujeres y la maternidad como instrumento sensual y de crecimiento personal. Sin artefactos, sin adornos y sin artificios, es una película sin dobleces, de hondura emocional y problemas básicos pero muy importantes. Agradable a los sentidos, hace alarde de una evolución muy consecuente con el destino trágico de sus protagonistas pese a que deje todas las posibles conclusiones finales en el aire, a gusto del consumidor, sin mojarse ni decantarse.
Qué hubiera dicho mi madre: es que se ve venir que alguno va a acabar mal, tanto andar escondiendo las cosas que son pues no tiene buen fin. Está muy bien hecha, no tengo peros, pero mira, me aburrí un poco.
Puntuación: 7 / 10